Hoy comienzo mi Diario. Desde ahora la noche será mi confidente y la soledad mi compañera. ¡Dios mio, cómo me has atrapado y aislado! Nadie me comprende en realidad. Lo peor es que he tenido que renunciar a mi amada; a aquella sin la cual no hubiera llegado a ser lo que soy: un penitente y un escritor.
lunes, 20 de agosto de 2007
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