sábado, 29 de septiembre de 2007

Toda la filosofía moderna surgió de un malentendido y una deshonestidad. Un malentendido, porque lo que era estricta y esencialmente personal (Descartes), se generalizó y se convirtió en un principio y reflexión universal; justo lo contrario que en la filosofía antigua. En segundo lugar, porque se comete una "petitio principii", esto es, se supone lo que se quiere demostrar: su famoso "cogito"; Descartes presupone, entonces, ontológicamente lo que demuestra gnoseológicamente. Y surge, además, de una deshonestidad, porque a pesar de su actitud radical, Descartes no es capaz de llevar su duda hasta las últimas consecuencias. Duda que no pasa de ser teórica, pero no práctica y existencial; es como querer a la vez bañarse y guardar la ropa. En definitiva, una duda que no es duda. Y no hablemos de su "Deus ex machine", cohartada y pretexto para salvar la existencia del mundo, muy alejado del Dios de Abraham, Isaac y Jacob.
Por otro lado, con la filosofía moderna se plantea el problema del comienzo absoluto de la filosofía. Dicho comienzo es un imposible, porque al menos se presupone aquel precisamente que se plantea tal comienzo: en definitiva, su propia existencia como individuo singular. De este modo, Descartes no comienza con su duda metódica, sino con aquello que es su condición misma. Cómo debe ser entendida tal proposición ("la filosofía moderna comienza con la duda"), ya lo ha hecho J. Climacus en su De omnibus dubitandum est. Lo realmente importante es cómo uno puede relacionarse con dicha proposición. La cuestión no es nada baladí. Porque al final parece que toda filosofía, para ser legítima, debe comenzar con la duda; algo que se demuestra falso, puesto que se habla de filosofía antigua para diferenciarla de la moderna. Si el comienzo de toda filosofía fuera como la de la moderna, esto es, la duda, entonces no sería simplemente un calificativo histórico. Significaría algo más de lo que significa en realidad. La conclusión obvia es que o bien estamos hablando de distintos tipos de filosofías, lo cual implica que esta no posee ningún contenido esencial, o bien que la filosofía moderna no es tal filosofía, sino una receta de cocina a la que se le ha cambiado los ingredientes principales para que cada cual la digiera a su gusto.

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