Hoy he intentado evitarla después de la salida de la iglesia. Sin embargo, me cruzé con ella en la calle y, sin yo esperarlo, se dirigió a mí con: "¡que Dios te bendiga!". Yo me limité a saludarla cortésmente con el sombrero. ¿Habrá comprendido mi comportamiento? ¿Entiende toda la lucha que llevo a cabo, contra el mundo y contra mí mismo? ¿Por qué me suena como una despedida? Presiento algo desagradable y solo espero lo inesperado. Al menos, ¡hay alguien que me desea algo bueno!
sábado, 13 de octubre de 2007
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